En la mitología griega, era hija de Minos y Pasífae, los reyes de Creta que atacaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo. A cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro. Un año, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, marchó voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo.
Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista, como otros personajes femeninos que ayudaron a provocar el nuevo orden,y le ayudó dándole un ovillo del hilo que estaba hilando para que pudiese hallar el camino de salida del Laberinto tras matar al Minotauro. Ariadna huyó entonces con Teseo, pero según Homero «no pudo lograrla, porque Artemisa la mató en Día, situada en medio de las olas, por la acusación de Dioniso» (Odisea xi.324). Homero no explica la naturaleza de la acusación de Dioniso.
En Hesíodo y la mayoría de las demás fuentes, Teseo abandonó a Ariadna dejándola dormida en Naxos y Dioniso la redescubrió y se casó con ella. Con él fue madre de Enopión, la personificación del vino, y fue ascendida a los cielos como la constelación Corona Borealis.
Ariadna permaneció fiel a Dioniso, pero más tarde Perseo la mató en el campo de batalla de Argos. En otros mitos Ariadna se ahorcó de un árbol, como Erígone y la Artemisa ahorcada, un tema mesopotámico. Sin embargo Dioniso descendió al Hades y la trajo de vuelta junto con su madre Sémele. Juntos se unieron entonces a los dioses del Olimpo.
Algunos investigadores creen, debido a su asociación con el hilo y los giros, que era una diosa de la tejedura, como Aracne, y sostienen tal afirmación con el mitema de la ninfa ahorcada.
Ariadna fue especialmente adorada en Naxos, Delos, Chipre y Atenas.
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